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2012
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Allí está, frente a ella. Llega sin pedir permiso, sin preguntar, sabiendo que no es bienvenida. Ella, la gorda, la repugnante gorda que la visita todas las noches, todas las mañanas, todas las veces que ella se descuida.

Allí está para torturarla con su presencia, para hacerle la vida imposible, para castigarla, porque sabe que ella la odia.

La primera vez llegó de sorpresa, sin avisar, sin ser invitada. Lo recuerda bien. Había llorado toda la tarde y, de repente, estaba allí, frente a ella. Luego empezó a presentarse de vez en cuando, en raras ocasiones, justo cuando ella se sentía mal, pero por poco tiempo; después fue apareciendo más seguido y su permanencia era más larga. Ahora aparece siempre.

Está allí, insolente, pesada y, sobre todo, gorda, ¡gordísima!, insoportablemente gorda. Con las indecentes gorduras saliendo por todas partes, desbordando la ropa y riéndose de ella.

Pero ya no está dispuesta a aguantarla., a seguirla viendo, a admitirla. Ahora va a recibir su merecido, ahora va a saber quién es ella.

Se acerca y la golpea con los puños, con las manos abiertas, con los codos, Una, dos, tres veces. Pero a la gorda no le duele y se ríe. Se ríe de ella.

Busca algo pesado, contundente, algo que la hiera de verdad. Coge el florero. Con eso sí le va a hacer daño, con eso le va a romper la cara, con eso va a entender que no quiere que regrese, que no quiere verla más, pero la gorda se ríe, se ríe de ella. ¡Gorda infeliz!

Se acerca y la golpea, una, dos, tres… miles de veces. Por fin ha logrado borrarle la sonrisa de la cara, que se resquebraja.

¡Muere, gorda, muere! ¡Tú te lo buscaste! ¡Muere!

Al fin, la gorda, debilitada y sin defensas, cae. Su cara, su cuerpo, su sonrisa caen. Toda ella cae en pedazos.

Del noticiero de las 8:
Una joven, desnuda y en extremo estado de delgadez, fue encontrada muerta en su dormitorio. Todo su cuerpo ha sido cortado con los pedazos de un espejo que el asesino previamente había roto. Los padres han ofrecido una cuantiosa recompensa a quien lo encuentre.

(Agradecemos a Santillana Ecuador su amable autorización para reproducir este relato, perteneciente al libro Encuentros inquietantes, mención de honor en el premio nacional Darío Guevara Mayorga 2012.)

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Esta noticia ha sido publicada originalmente por Fundación Cuatrogatos bajo la siguiente dirección:
http://www.cuatrogatos.org/show.php?item=476

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